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En primera persona

Sociedad

Por Jonathan Mangieri (*)

Cuando uno está lejos siempre es grato volver, puede pasar un mes o una semana que te hayas ido, pero hay algo que es cierto, no hay nada como la casa de uno.

Para mi que hace años que vivo en Capital Federal volver a 25 de Mayo ya forma parte de mi rutina, a veces tengo la suerte de hacerlo bastante seguido, pero otras en cambio, la vuelta se hace esperar un poco más.

Jonathan y amigas en el viaje a 25 de Mayo
El viernes pasado decidí volver, mejor dicho decidimos volver, era un viaje que no podía perderme; era la vuelta a casa pero de la mejor manera, en el tren.

Siendo las 17:36 hs y después de una ausencia tan grande se puso en marcha esa locomotora y en le medio del tumulto ruidoso de Constitución se escucharon los aplausos y ese primer giro sobre el riel.

La bocina del tren sonó como nunca, o quizás solo nos llamo la atención volver a escucharla, empezaron las fotos, los abrazos y las lagrimas, el guarda empezó a pedir los boletos y encontrarse con sus amigos del ultimo viaje; todo era igual que antes.

No tardaron en aparecer las anécdotas, ni tampoco el vendedor del vagón que al grito de “hay gaseosa y sándwiches” recorrió de punta a punta la formación.

Estación de pueblo y su gente
El viaje contó siempre con esa magia; la nostalgia del pasado, la alegría del presente y la esperanza en el futuro se retejaban constantemente en el rostro de los 72 pasajeros de ese primer regreso.

El suave balanceo constate que nos acunaba hizo que a varios les ganara el sueño, que otros se vean complicados a la hora de cebar mates, y que algunas guitarras empezaran a sonar.

Las estaciones eran una fiesta, cada pueblo aportó lo suyo para que el viaje sea único e inolvidable. El motorman detenía la formación y empezaba el desfile de personas que tomaban fotos, con la mano recorría los asientos e imaginaban por un instante que para ellos también el viaje había comenzado.

Interior del coche motor que ahora se usa
Finalmente 22:35 hs arribamos a 25 de Mayo, mi casa y su ultima estación, el pueblo esperaba sobre el andén y asomado por la ventana se podía oír los gritos de alegría, ver los destellos de cada foto y pude sentir que para todos siempre es grato volver.


(*) Veinticinqueño y estudiante universitario, autor de la nota preparada para "Diálogos" en calidad de pasajero con motivo de la recuperación del servicio ferroviario tras dos años.

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