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Halo de gloria

Sociedad / Opinión

Por Jorge Otaola

Pertenezco a una generación donde hablar de Juan Alberto Taverna era conocerlo por las fotos de la revista 'El Gráfico', esa que pedíamos prestada en el kiosco de la terminal de colectivos porque el presupuesto no daba.

Durante una exposición rural de 25 de Mayo a mitad de los ’70, lo veo caminando entre la gente y no me animé a pedirle un autógrafo. Mis padres me ayudaron y terminé sacándome una foto con él que atesoro.

Collage Raúl Medina / Archivo Rubén Pichio
Juro que me emocionó, típico para un pibe frustrado con la pelota que veía el desandar de un ídolo más que a un veinticinqueño de cepa.

Con los años pasó a ser “Juanchi”, aquel del récord goleador profesional en el fútbol argentino, el mismo que era respetado por todos sin importar que luciera la camiseta de su querido Sportivo.

Era el jugador diferente, el que se calzó los colores del combinado “Tanque Azul” y luego dirigió a los amigos del colegio en las divisiones inferiores ‘cebras’.

Impuso presencia en cada cruce típico de vecino de pueblo, con su saludo a viva voz o con la bocina de su auto, porque siempre algo común y corriente.

Entrevistarlo en radio o para la revista era, en todo momento, saber algo nuevo del fútbol querido. Urgía la obligación de preguntas profundas porque sobraba carretel.

La vida lo entronizó y también le pegó con un ACV, del que con hidalguía supo afrontar una admirable recuperación.

Una tarde el destino nos reunió para un café, pero el sorprendido pasé a ser yo: aquel que se reía porque de chico no me animé a pedirme un autógrafo, ahora me hace escuchar una añeja entrevista que le había realizado y se le llenaban los ojos de lágrimas.

No lo podía creer, porque con sus entrecortadas palabras me agradecía por los momentos que le había hecho vivir periodísticamente en su época de jugador y luego ya retirado.

La muerte levanta un pedestal de quien nos deja, pero con “Juanchi” creo que nada cambia. Porque ese hombre simple que conocí hacia mis 10 años, terminó siendo el mismo que tuve de vecino a unos pocos metros de la casa de mis padres.

Fue, es y será un referente de 25 de Mayo, gracias a él nos conocieron en muchos lados. Ahora llegó el momento de no olvidarlo, lo que será sencillo porque eso formó parte de su filosofía de vida.